¡Hola! Bienvenidxs de nuevo al newsletter de Todo.Normal en el que hablamos de diseño de juegos y como volvernos changos en el proceso.
Estoy muy contento porque se sumó mucha gente estas últimas semanas, así que se me ocurrió celebrarlo escribiendo sobre juegos abstractos, software y cosas imperfectas. ¿Para balancear vió?
Espero tengas café, mate o birra en mano porque ahí vamos.
La inteligencia perfecta
En 1997, luego de un par de intentos, la computadora Deep Blue finalmente venció en ajedrez al jugador mejor rankeado del momento, Garry Kasparov.
Al instante aparecieron voces declarando el fin del ajedrez, la inevitable pérdida de interés en un juego dominado por una computadora que conoce todas las variantes.
Se te escapó la tortuga Garry.
Veinte años más tarde, en 2016, la inteligencia artificial AlphaGo venció 4-1 al máximo campeón de go (un juego significativamente más complejo que el ajedrez) Lee Sedol, en un match a 5.
Sea por fuerza bruta o inteligencia artificial, hoy el software domina todos los juegos abstractos (y varios sociales). No hay humano capaz de vencer en ajedrez, shogi o go a una inteligencia artificial de última generación.
Acá podíamos bifurcar hacia el tema de “¿Que es un juego?”, tratar de entender si una inteligencia artificial jugando contra sí misma está efectivamente jugando. ¿Mover piezas siguiendo reglas es lo que define jugar? Pero bueno, quedan las preguntas para una próxima vez.
Lo importante ahora es que, más allá del software todopoderoso que todo lo sabe nosotros seguimos jugando. De hecho, el ajedrez suma popularidad cada día.
Hikaru (GM) y Botez (WFM), dos de los streamers más populares de ajedrez.
Yo arriesgo que seguimos jugando porque los juegos no están para solucionarse, el ajedrez o el truco no son un puzzle. Aún cuando existe una inteligencia artificial que conoce la jugada perfecta en toda ocasión, los humanos tenemos un arma secreta que nos permite seguir disfrutando de las partidas: la sorpresa.
Tenemos la capacidad de sorprendernxs porque somos imperfectxs, perdemos el foco, tenemos emociones y cometemos errores. Cada vez que te agarrás la cabeza diciendo “Cómo no lo ví?”, ahí está el juego funcionando como debería.
¿Cómo usamos ese conocimiento al diseñar y cómo propiciamos sorpresa? Creo que es simple, pero difícil, requiere que reconozcamos los elementos que lo permiten y los habilitemos.
Wabi-Sabi
Wabi-sabi (侘寂) es un término estético japonés que describe un tipo de visión estética basada en «la belleza de la imperfección». Frecuentemente presente en la sociedad japonesa en forma de elementos de aspecto natural o rústico que aparecen en los objetos cotidianos.
Un juego abstracto como el ajedrez o go necesita ser simétrico. Es imprescindible que ambos jugadores se enfrenten en un tablero que ofrezca iguales oportunidades de espacio y herramientas a cada uno.
La simétrica mecánica de un juego abstracto como el ajedrez no contiene los elementos orgánicos, imperfecciones ni aspectos naturales necesarios para la belleza imperfecta que describe el wabi-sabi. Gracias a esta característica estéril de simetría una inteligencia artificial puede mejorar su nivel jugando contra sí misma hasta el límite de lo posible.
Sin embargo una partida interesante de go, con su vaivén constante de poder, es natural, imperfecta y posee la belleza de lo rústico. ¿Qué está pasando?
Vuelve a aparecer la sorpresa. Una partida es atractiva porque nos sorprende, gracias a que no tenemos conocimiento ni memoria perfectos. Son nuestras falencias, nuestra propia rusticidad la que nos permite asombrarnos cada vez como un niñx cuando le sacan una moneda de detrás de la oreja.
Go. Un maravilloso ejemplo del concepto “Fácil de aprender pero difícil de dominar”.
No somos inteligencias artificiales, los humanos nos distraemos, perdemos de vista el objetivo o simplemente queremos probar cosas por curiosidad. Tal vez por eso, porque sus reglas nos permiten fallar es que jugamos ajedrez con entusiasmo hace milenios.
Te habrá pasado que después de un tiempo algunos juegos, los mas simples, empiezan a volverse chatos. Pasa que al no contener tantas combinaciones, alcanzamos nosotros también algo similar a una comprensión casi perfecta de cada posición. Desaparece la duda, no hay más incógnitas, se va la sorpresa y nos aburrimos.
¡Pero! Esos mismos juegos que agotamos, vuelven a tomar vida si los dejamos estar un tiempo. Al retomarlos probablemente hayamos olvidado detalles, perdimos práctica y volvemos a equivocarnos. El juego revive por tiempo.
La clave está en poder equivocarse, necesitamos un juego simétrico que me permita fallar. Nos acercamos a una respuesta.
¿Quién aporta el equilibrio?
Si jugaste al fútbol con otros 9 que la pisan o quisiste correr un colectivo en marcha sabés lo que es la frustración generada por la certeza de que nada de lo que hagas te puede ayudar a conseguir el objetivo.
También habrás jugado con un niñx e instintivamente nivelaste tus habilidades a las suyas para que ambos se diviertan. Si fue así te felicito porque descubriste que para que eso suceda es necesario que exista un EQUILIBRIO de fuerzas.
Ese balance es la clave que nos permite “divertirnos”. Al jugar buscamos desafíos, pequeños obstáculos sorteables. Y lo encontramos en el punto justo donde la creatividad, astucia o experiencia se ponen a prueba y nos permiten sorprender y sorprendernxs.
Una forma de generar todo eso es a través del equilibrio entre profundidad de juego (herramientas, espacio y combinaciones posibles) y accesibilidad (reglas simples, posiciones legibles).
Las reglas del juego ofrecen simetría y justicia, nosotrxs ponemos la profundidad y belleza de nuestros olvidos o distracciones. Encontrar al contrincante acorde termina por balancear una partida.
Si funciona, recién ahí aparece la belleza imperfecta que podemos disfrutar y experimentar mil veces de un juego perfecto.
Yo diseño pensando en ese balance. Construyendo bases sólidas de reglas estrictas y claras, pero fundamentalmente confiando en que del otro lado estás vos creando espacios donde puedas sorprender.
“Recuerda: cuando juegues, el objetivo es ganar, pero el objetivo es lo importante, no el ganar”. -Reiner Knizia, diseñador de juegos.
Una inteligencia artificial sólo puede jugar para ganar ¿O no?
Links de yapa
Un documental imperdible sobre Inteligencia Artificial y AlphaGo. “Alpha Go” (2017)
El ajedrez ya no es deporte de nicho, hoy contamos con streamers geniales como Ben Finegold que no solo son brillantes al mover sino al hablar. Recomiendo fuerte.
¡Gracias por leer!
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-Juan