¡Hola! Bienvenidx al 2021 y al newsletter de Todo.Normal en el que hablamos de diseño de juegos y como volvernos changos en el proceso.
Terminó el 2020 y vamos a arrancar con un tema en el que voy a intentar ser breve por que es complejo, la simpleza en el diseño de juegos. No planeo analizarlo en profundidad en un artículo porque tiene tantas aristas y yo estoy tan quemado que no hay chance. Pero me parece importante al menos dar el puntapié inicial al tema, porque hable de lo que hable, siempre hablo de esto.
¿Agua porque resaca no? A por ello.
Simple no es fácil
Si le preguntamos a Ronaldo cuán difícil es hacer jueguitos con una pelota, a una costurera cuánto le cuesta cambiar un cierre o a Alfredo Casero y Vivian El Jaber si es complicado ser graciosos discutiendo, puede que respondan que es fácil.
Pero si la pregunta es: “¿Cuánto te costó aprenderlo?”, apuesto a que la respuesta no solo va a ser más larga sino que va a tocar muchos temas como entrenamiento, estudio y prueba y error a lo largo del tiempo. Hacer es fácil pero aprender fué difícil.
Otra vuelta de tuerca
La máxima de diseño de juegos que me guía en todos los proyectos es que el resultado final sea: “Fácil de aprender pero difícil de dominar”.
Busco replicar lo fantástico del proceso de aprendizaje y la profunda satisfacción que genera ejecutar las herramientas que dominamos en el camino a la maestría.
En publicidad, los maestros de copywriting dicen “Cada palabra tiene que empujarte a leer la próxima”, un guionista de cine/tv sabe que cada escena debería avanzar la acción y una ajedrecista que cada movida debiera mejorar tu posición general.
El equivalente en lxs diseñadorxs de juegos sería, para mi, que cada acción ofrezca nuevas herramientas. Idealmente en el espacio más reducido posible.
Diseñar y/o construir algo simple, siempre va a ser (para lxs mortales de talento moderado, claro) el resultado de procesos largos, complejos y laboriosos. Principalmente porque es difícil reconocer cuando hay dejar de quitar para no quedarnos con las manos vacías o perdiendo la esencia de la experiencia en el camino.
Sin ir más lejos
“Y si he escrito esta carta tan larga, ha sido porque no he tenido tiempo de hacerla más corta.”
-Blaise Pascal, matemático y filósofo francés.
Estos artículos, como el que estás leyendo y que recibís en tu email cada 2 semanas tocan temas simples y por eso creo que me cuesta tanto escribir cada uno. Podría atacar temas más complejos donde esconder mi desconocimiento o confusión constante, pero me fuerzo a buscar tópicos que a primera vista parecen simples pero que contengan alguna realidad profunda, compleja y con capas que puedas seguir pensando y analizando más adelante.
Hasta donde quitar
Este es el inconveniente mayor cuando valoramos más quitar que agregar.
El camino de simplificar es sinuoso, en cualquier curva podés seguir de largo y nos vimos. Principalmente porque para sintetizar algo efectivamente hay que entenderlo profundamente, nunca sucede por casualidad, eso está reservado para los agregados.
En la cocina podemos encontrar un ejemplo concreto de lo que hablo. Pensá en cualquier plato que disfrutes (y cocines cotidianamente) y tratá de imaginar cómo podrías mejorarlo quitándole un ingrediente o proceso. Después hace el mismo ejercicio pero agregando. ¿Cuál es más fácil?
La guía que utilizo para saber cuando se me fue la mano en esa obsesión sintetizadora es frentar y preguntarme: “¿El resultado de este ajuste mantiene la esencia del juego?”. Si la respuesta es sí, entonces vale la pena seguir explorando en esa dirección.
Mantener el sentido de lo que hacemos quitando elementos, creo que es el verdadero trabajo de lxs diseñadorxs.
Para seguir complicando el asunto, también creo que los cambios que generan mejoras radicales suelen ser sutiles, porque ni siquiera es quitar sino ajustar. Pero eso sí, ya lo dejamos para el futuro, porque recién termina el 2020 y estamos todxs muy cansadxs.
Para muestra basta un botón
A todo esto que escribí, aún buscando resumir y simplificar, le sobran el 95% de las palabras y dije el 80% de lo que quería. Quino lo hizo mejor, pero bueno che, no soy Quino.
Perdón.
¡Gracias por leer!
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-Juan
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